martes, 22 de marzo de 2011

Sueño de un atardecer de verano


¿Qué ha pasado sobre esa agrietada piel? Que fue del dorado y destellando reflejo  de los rayos de sol, sobre esa joven piel, color miel.

¿Qué ha pasado sobre esa espuma blanca que a tu cabeza baña? Que fue de esos rizos negros que a la misma noche lúgubre vencían, aquellos que de destellos y luces la luna pura cubría.

¿Qué ha pasado sobre esos surcos que invaden tus caídos, tristes y melancólicos ojos? Qué fue de esos grandes y hermosos ojos que miraban al cielo, que de colores se teñían, vibrantes en armonía, radiantes y llenos de alegría.

¿Qué ha pasado sobre esas manos que parecen ramas ásperas forjadas por el tiempo? Que fue de esas manos que cubrían las mías como la misma seda, que eran como el agua libres y ligeras, puras, que alejaban el frio y con ellas traían calor y felicidad misma.

¿Qué ha pasado con ese cuerpo abrumado por la vida, ese tronco que no te deja danzar? Que fue de tu anatomía compleja y fascinadora, esa que el tiempo detenía,  de tu cuerpo que envolvía al alma misma, al que de danzares envolvías en una misma melodía.

¿Qué ha pasado con esa vida, que más que vida es una pesadilla? Que fue de la joven bailarina que un atardecer de agosto conocí, danzando cerca del lago, ilusionando a todos y todos alagando, de sonrisa flamante llena de secretos por compartir, de sueños que seguir, por vivir.

¿Qué ha pasado con aquel joven de triste señuelo, que muy tímido miraba tus movimientos, que ha pasado conmigo?

Sigo robando los últimos alientos de esta desahuciada vida que aun vives, sigo intentando sobrevivir a la vida misma que alguna vez me diste,  sigo respirando cada segundo que me da el tiempo, sigo a tu lado mi amada bailarina.

Seguimos juntos con el corazón uno del otro en la mano, con sueños imposibles que nunca realizamos, con penas y recuerdos que en este mismo momento ya ni recuerdo, seguimos juntos destruyendo el maldito paso del aquel que llaman tiempo.

Hace 62 años te vi danzar cerca de aquel lago, un atardecer de agosto, un atardecer de verano, cuándo los rayos empezaban a fundirse con el color del lago,  hace 62 años te conocí, mi amada bailarina.

Hoy seguimos juntos, seguimos juntos, en este viaje interminable que llaman vida, pero hoy se que a tu lado, este viaje que hemos vivido no se llama vida, se llama Amor.


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